Las mujeres en la Inquisición Española



La semana pasada hablamos en nuestro blog con José Suay, un estudiante de la Carlos III que proviene de Gran Canaria, y el cual, una vez le preguntamos por los castigos que recordaba de la Inquisición, nos señaló que tenía muy presente un castigo que era exclusivamente destinado a mujeres: El Castigo de la Sierra, cuyo funcionamiento ya explicamos en nuestra cuenta de Instagram inquisicion_uc3m. Hoy, en nuestro blog, analizamos los motivos por los que las mujeres pasaban por la Inquisición, y también, los castigos que estuvieron exclusivamente dedicados a ellas. 

Si focalizamos nuestra atención en los personajes femeninos que se vieron afectados por la Inquisición, descubrimos que no hubo época para la mujer, más sombría que la de la Inquisición, establecida en el S.XI y abolida a finales del XVIII. La Inquisición fue instituida por el Papa Lucio III en el sínodo de Verona, Italia, en 1183. Desde entonces, se excomulgó y castigó a quienes contravenían las leyes establecidas por el Estado y la Iglesia, muchas de las cuales no sólo estaban destinadas a erradicar los grupos disidentes que el tribunal eclesiástico creía peligrosos, sino también a moralizar en grado extremo la conducta de la mujer.

Desde un punto de vista social, se tenía de las mujeres la consideración de que eran brujas cuyas conductas contravenían las normas impuestas por la sociedad patriarcal. Se las acusaba públicamente de mantener pactos con el diablo. Se daba muchas veces el caso de que las mujeres curasen las enfermedades de sus vecinos, un hecho que ya las marcaba y hacía que los obispos las tratasen de hechiceras. 

Las mujeres condenadas por la Inquisición, solían serlo por brujería. La bruja era portadora del mal, y lo era porque personificaba un espíritu de revuelta y la secreta conexión con las fuerzas del mal; un hecho que motivó la brutal represión desatada contra ellas por la Inquisición, cuya finalidad era inquirir y castigar los delitos contra la "Doctrina de la Fe”.

Por supuesto la brujería no fue el único motivo de castigo de las mujeres: las moriscas y las judeoconversas, que estando bautizadas seguían practicando los ritos de su anterior religión, recaía sobre ellas, con más dureza, el peso de la tortura inquisitorial. Las mujeres de las minorías disidentes eran las que transmitían las tradiciones religiosas heredadas de sus predecesores, circunstancia que las caracterizaba, pues su papel era mantenerlas vivas para no quedasen en el olvido. Por supuesto tenían que hacerlo en el más absoluto de los secretos. 

Algunas de las torturas más comunes que se aplicaban en mujeres eran las siguientes. 

  1. El desgarrador de senos consistía en aplicar es un instrumento de tortura con forma de tenaza acabado en cuatro afiladas puntas, utilizado ya durante el Imperio romano y posteriormente por la Inquisición en Europa. La tortura consistía en aplicar las cuatro puntas estando al rojo vivo o frías sobre los senos, desgarrándolos.Además del uso tormentoso, el desgarramiento servía también como procedimiento persuasivo inquisitorial y judicial. Aplicado durante varios siglos, un número indeterminado de mujeres que fueron condenadas por delito de herejía, blasfemia, adulterio, aborto provocado, otros “actos libidinosos”, magia blanca erótica y algún delito más, padecieron este tormento en sus senos.
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  1.  El arañado: El arañado era la versión femenina de la uña de gato. Esta forma de tortura era muy similar a la “mastectomía”. La araña era un trozo de hierro, en rodillo, con filo en forma de tenedor y se lo colocaba en los pechos. Nuevamente, ésta era una tortura muy exclusiva para las mujeres. 

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  1. La atadura: Esta forma de torturar era muy específicamente para mujeres. Implicaba atar un palo en el pelo de la mujer y torcer, torcer y torcer de éste. Cuando los brazos de inquisidor se cansaban, le encomendaría ésta tarea a sus colaboradores mientras se contemplaba a la víctima de abajo. No solo el pelo sería desgarrado, sino que muy a menudo se podía observar que el cuero cabelludo estaba abierto exponiéndose el casquillo del cráneo. Como era de esperar, solamente a las mujeres con pelo largo o grueso se le practicaba este método de tortura.

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